Comprender los estilos de enseñanza y aprendizaje en la educación superior es fundamental para lograr una formación académica significativa y personalizada. Cada estudiante posee formas distintas de procesar la información (visual, auditiva, kinestésica, reflexiva, activa), y reconocer estas diferencias permite a los docentes adaptar sus estrategias para favorecer una mayor comprensión, participación y retención del conocimiento. Asimismo, al identificar su propio estilo de aprendizaje, el estudiante se vuelve más consciente de cómo aprende mejor, lo que potencia su autonomía, motivación y rendimiento académico. En un contexto universitario, donde la diversidad cognitiva y cultural es amplia, integrar esta comprensión en la práctica docente se traduce en una educación más inclusiva, equitativa y eficaz.
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